Lecturas favoritas de 2020
No hay mucho que agregar y, sin embargo, hay bastante por exagerar. 2020 fue tal vez el año más difícil de nuestra vida —excepto, claro, para el 1%: de diciembre de 2019, cuando se reportaron los primeros casos de Covid-19 en Wuhan, China, hasta diciembre de 2020, los ultra ricos aumentaron su fortuna un 20%; es decir, de 9.1 billones a 11.4 billones. Por otro lado, para finales de esta nueva década, el número de personas viviendo en extrema pobreza podría rebasar los mil millones.
A pesar de la desgracia, algunos de nosotros tuvimos la oportunidad de encontrar consuelo y alivio en pequeños detalles, como la lectura. Para mí fue un año extremadamente difícil en todos los aspectos y la lectura, en ese sentido, fue un gran refugio aunque haya sido, la mayoría de las veces, por trabajo. Leí como nunca por la presión de terminar mi propio libro, El Capitaloceno: una historia radical de la crisis climática; en la fotografía de arriba aparecen algunos títulos que tuve que terminar —sin contar los artículos y ebooks—. Incluso así, para descansar del tema, leí también otros libros que me hicieron más llevadero el desgaste emocional y laboral. Les comparto los más memorables.
Novelas completas de Hebe Uhart, una escritora argentina que apenas, gracias a la difusión de Mariana Enríquez, se está recuperando. Diría que Uhart es una escritora rara, pero decir esto de una escritora perteneciente a una tradición literaria como la argentina, poblada de autores raros, es en realidad no decir mucho. Si hay algo que distingue a la narrativa de Uhart es su peculiar humor con el que observa y disecciona a sus personajes, los cuales viven dramas absurdos con una entereza a veces ridícula y otras tierna.
Less is More: How Degrowth will Save the World de Jason Hickel fue uno de sus libros que llegaron justo a tiempo, como cuando logras colarte por la puerta del metro justo antes que se cierre. Así, justo una semana antes de que tuviera que entregar la versión final de mi libro, pude comenzar a leer este ensayo e incorporar algunas ideas de Hickel, uno de los campeones de la teoría del decrecimiento. Con una prosa fluida, narra la historia del capitalismo y la crisis climática para luego, en capítulos verdaderamente lúcidos, ofrecer alternativas para salir de la tragedia. Lo recomiendo ampliamente para aquellos neófitos que quieran entrar al tema de la crisis climática.
Mi madre de Yasushi Inoue. Probablemente uno de los libros más bellos que he leído en mucho tiempo. Se trata de una crónica de la demencia senil de la madre de Inoue contada con mucha paciencia, ternura y a veces frustración. Me ayudó a comprender y a apreciar los gestos y actitudes de mi abuela, ya en un estado senil, y a ser más comprensivo con sus exabruptos.
Jardinosofía: una historia filosófica de los jardines de Santiago Beruete. También otra de las lecturas más satisfactorias de este año. Desde la antigüedad hasta las propuestas contemporáneas, Beruete narra la importancia de los jardines en la cultura occidental: en jardines, dice, han pensado los más grandes filósofos y ahora, en la época de la crisis climática, los jardines nos ofrecen una alternativa para repensar nuestra relación con la naturaleza.
Madres y perros de Fabio Morábito. Siempre he sido lector asiduo de Morábito. Admiro mucho su prosa disciplinada, su llaneza poética y precisión narrativa. En este libro hay cuentos que vale la pena leerlos dos veces para desentrañar su misterio.
The Death of Nature: Women, Ecology, and the Scientific Revolution de Carolyn Merchant. Ya es un libro viejito, de 1980, pero en lugar de perder ímpetu, ha cobrado una fuerza impresionante en el humanismo ambiental contemporáneo. Es, sin duda, uno de los portentos de la filosofía actual: bien documentado, exhaustivo y agudo. También, uno de los pilares del ecofeminismo.
Planetary Mine: Territories of Extraction Under Late Capitalism de Martín Arboleda. Este es uno de los ejercicios teóricos más emocionantes que he leído. Arboleda, con mucha pericia, teje un pensamiento marxista y ecológico que ayuda a entender el impacto de la minería en el planeta, desde la extracción en su país, Chile, hasta los usos de los minerales en las mega urbes de China. Además, traza una interpretación alternativa del flujo del capital tradicional, Norte-Sur, por un nuevo eje, Sur-Sur.
Dead Epidemiologist: On the Origins of COVID-19 del epidemiólogo evolutivo Rob Wallace. Junto con Mike Davis, Wallace fue, con su libro Big Farms Make Big Flu, uno de los primeros en advertir sobre el papel del agronegocio —agricultura, mega granjas, procesadoras de carne— en el surgimiento de nuevas cepas de virus. En éste su último libro, Wallace traza la ruta del capital y el nuevo SARS-Cov-2 para demostrar que esta pandemia no fue una casualidad histórica sino una consecuencia de acelerada explotación de la naturaleza y los animales.
Autobiografía del algodón de Cristina Rivera Garza. Igualmente, este libro lo leí la última semana del año. Me gustó tanto que estuve a punto de releerlo y me inspiró para volver a escribir una reseña —que espero publicar aquí muy pronto—. No tengo la menor duda de que esta obra, junto con La Compañía de Verónica Gerber, iniciaron una nueva forma de narrar los ecocidios en la literatura mexicana.
Ideias para adiar o fim do mundo de Ailton Krenak. Krenak, originario de Rio Doce, es indígena, poeta, filósofo y activista ambiental de Brasil. Este pequeño tomo, publicado por Companhia das Letras, está compuesto de tres breves conferencias que desbordan en sabiduría, propuestas y cuestionamientos sobre lo humano, la naturaleza y la modernidad.
Podría continuar, pero el tiempo apremia. ¿Ustedes que leyeron?