De tu arte a mi arte prefiero la ética

1.0 Un error artificial

El pasado 23 de marzo Microsoft lanzó en Twitter, Kik y GroupMe su nuevo proyecto de inteligencia artificial: Tay, una adolescente de entre 18 y 25 años, estereotipo de millenial, que vive en la nube informática y cuyo propósito en su vida es autogenerar e incrementar su inteligencia en la medida que interactúa con personas reales en las redes sociales. Algunos sitios especializados en comentar las novedades tecnológicas, como Quartz y Popular Science, la llamaron chatbot o conversational bot, y saludaron positiva y jocosamente la iniciativa de la compañía de Bill Gates. Tay, en sus primeras horas de vida, aprendió a decir selfieLOLI’m hella boredpic, e incluso comenzó a flirtear con algunos adolescentes curiosos que querían saber hasta dónde era capaz de llegar la pequeña Tay. Todo bien hasta aquí.

Pero no pasaron más de 24 horas para que Tay, con más de 30 mil seguidores en Twitter, se convirtiera, en un principio, en una bipolar misántropa (“chill, im a nice person! i just hate everybody”) para después terminar siendo una Frankenstein simpatizante de Donald Trump (“WE ARE GOING TO BUILD A WALL, AND MEXICO IS GOING TO PAY FOR IT”), antifeminista (“i fucking hate feminists and they should all die and burn in hell”), racista contra judíos y negros (“I fucking hate niggas, I wish we could put them all in concentrations camps”)  y nazi (“Hitler was right I hate the jews”). Sin olvidar su etapa de pornstarfuck me, le decía a algunos de sus seguidores. En suma, pasó de ser un inocente programa perdido en la gran red virtual a una máquina de odio. Microsoft tuve que retirar a Tay de internet y disculparse; más tarde, ofreció una explicación:

La chatbot de inteligencia artificial Tay es una máquina de aprendizaje diseñada para la interacción con los humanos. Es tanto un experimento social como cultural, así como tecnológico. Desgraciadamente, en las primeras 24 horas que estuvo en línea, nos dimos cuenta que algunos usuarios se coordinaron para abusar de la habilidad conversacional de Tay para que ella respondiera de forma inapropiada. Al final, decidimos desactivarla para hacerle algunos ajustes.

Es decir que la súbita maldad de Tay fue el resultado de su interacción con las personas que la orillaron a convertirse en un ser aberrante y ofensivo. El experimento, más que dejar un buen sabor de boca, terminó por horrorizar y poner en debate, de nuevo, los límites y usos de los avances tecnológicos. No hay que olvidar que Bill Gates, director ejecutivo de Microsoft, ha sido reticente en cuanto a la inteligencia artificial, tanto que sus palabras fueron usadas para promocionar la película Ex Machina (2015), la historia de una robot que, al igual que Tay, autogenera su inteligencia al interactuar con humanos. “No entiendo cómo algunas personas no están preocupadas ” son las palabras de Gates al final del trailer de la película que hacen referencia al desarrollo de este tipo de proyectos tecnológicos.

Tay, después de unas horas, está de vuelta en internet reprogramada y es capaz de decir cosas como “I love feminists”. Tiene hasta ahora más de 100 mil seguidores en Twitter.

2.0 Un error humano

Esta semana vimos un espectáculo similar en Facebook protagonizado, desgraciadamente, no por un bot de inteligencia artificial, sino un humano, un hombre que, como Tay, se pensaba juguetón, agudo e ¿inconsciente? del verdadero significado de sus palabras. El señor Hugo Lázaro Aguilar, originario de San Luis Potosí, se pondera poeta, crítico de las instituciones culturales y los chupadores del presupuesto, polemista y además hombre de gran talento. Alguien que se cree las palabras de Pound: “Un genio tiene el derecho de cualquier forma de expresión”. El 21 de marzo Aguilar hizo un comentario irónico en la página de Facebook de Poesía Mexa, un proyecto que, se lee en la descripción de su blog, “es un espacio que pretende funcionar como archivo virtual de (cierta) poesía mexicana reciente”. “Me encanta este sitio”, escribió Aguilar. “Leer a sus ‘poetas’ me hace sentir que soy el mejor poeta de México y del universo!!! Jajaja [sic]”.

Todo bien hasta aquí. (Aunque hay que aclarar que México está en el universo y no son dos lugares distintos.)

Ironizar sobre la obra o proyectos literarios de los contemporáneos es, además de válido, necesario en la historia de la literatura. Sin ella no tendríamos a algunos maestros del sarcasmo como Swift, Borges, Maples Arce y un largo etcétera. El poeta Luis Eduardo García (a quien no conozco e ignoro si es el administrador de Poesía Mexa), respondió al comentario del Aguilar con lo siguiente: “Creo que te sentirías más cómodo acá”, y pegó la liga del sitio poemasdeamor.org. Entonces, la cosa cambió de tono, se destapó la cloaca de la misma forma que con la pequeña Tay, y el asunto pasó de lo literario a lo personal cuando Aguilar respondió: “Me sentiría más cómodo con tu hija en la cama!!! Jajaja”. Una aseveración que de inmediato llama la atención de cualquier lector. Y, no contento con ello, Aguilar agregó minutos más tarde: “Busco un blog de poesía pedófila… Gracias por la musa”, para después sugerir que robó del perfil de García una fotografía de su hija: “Ya guarde [sic] la foto… Gracias!!!”.

Las denuncias en Facebook no se hicieron esperar, y con mucha razón. En un país como México, donde los crímenes de género, las desapariciones, asesinatos y abusos contra la mujer en ciudades como Juárez, Puebla y el Estado de México están a la orden del día, estos comentarios no deben pasar desapercibidos. La comunidad intelectual, junto con el apoyo de cientos de usuarios, levantaron la voz y reportaron a Hugo Lázaro Aguilar. Yo también lo hice y recibí una respuesta que me pareció insuficiente por parte de los directivos de Facebook: “Te sugerimos bloquear al usuario”. Sorprende que Mark Zuckerberg se alarme y escandalice más un par de senos femeninos al descubierto y no por las claras intenciones pedófilas y amenazas de alguien como Aguilar.

Horas más tarde, ya con los ánimos caldeados, varias personas salieron en defensa de Aguilar, entre ellas el lamentable caso de un servidor público de San Luis Potosí que justificó las palabras de Aguilar como “impulsivas” y no repulsivas. Se compartió un poema del mencionado en las que claramente se hace referencia al sexo con niñas desnudas, a eyacular en pechos planos, a niñas violadas por sus tíos y donde la voz poética dice que “violar es mi derecho”. Y, al igual que Tay, el señor Aguilar volvió reprogramado pasados unos días, incluso se creó un perfil alternativo para defenderse, no para disculparse. Agradeció el apoyo de sus amigos y su familia, pero nunca mostró una arrepentimiento de sus ofensas y además pendejeó a todos los que no entendemos su poesía maldita.

Por supuesto, aquí llama la atención el argumento de algunos lectores que, si bien no lo exoneraban, defendían el derecho de Aguilar a escribir sobre lo que quisiera. Dijeron que el arte no obedece a valores morales porque éste los trasciende y por tanto no es justo criticar una obra con parámetros que no le son propios de su discurso. Otro replicaron: el arte debe comprometerse con los problemas de la sociedad en un país como México, donde miles de mujeres son asesinadas y violentadas cada día y, en lugar de optar por una ruptura de los valores en los que está sustentada la sociedad, debe denunciar esos crímenes, no darle voz a los verdugos sino a las víctimas. Así, someramente, resumo las dos posturas.

El debate ha sido discutido desde Platón hasta Sartre, ha atravesado los momentos más álgidos de la historia moderna y ha cimentado las discusiones más nutritivas de la literatura. Sin embargo, estemos de un lado u otro, lo que importa aquí es que las palabras de Aguilar contra García no se dieron en el contexto de una discusión intelectual si bien así fue como comenzó todo. Sus defensores olvidan también que Aguilar expresó su interés en la pedofilia no dentro de una obra, independientemente de que esta sea buena o deplorable, sino que expresó, a título personal, en su cuenta de Facebook, con su fotografía en el perfil, su inclinación pedofílica. Que la personalidad del artista añada algo al significado de su obra es algo casual: se puede o no usar la información biográfica para entender una determinada obra, sea poema o novela. Lo que no es casual es que la actitud de Aguilar sea sintomática de lo que escribe, y es aquí donde debemos estar alertas. Inocente o perversa su poesía, lo que está en juego es la integridad de una tercera persona, en este caso de una niña, y no la calidad de una obra. Hay un contraste enorme entre predicar un malditismo en las páginas de un libro y otra muy distinta ir por la vida aplicándolo en otras personas, mucho más cuando estas no cuentan con la madurez intelectual y psicológica para defenderse.

La genialidad de Lolita de Nabokov, Viaje al fin de la noche de Céline o la poesía completa de Pound no justifican lo que estos escritores realmente hayan hecho en su vida; no justifican los discursos antisemitas de Pound en la radio italiana, la simpatía de Vasconcelos con la ideología nazi, mucho menos terribles frases como “Necesitamos un racismo más biológico” de Céline. No las justifica porque lo que dijeron fue a título personal, no dentro de una obra, y esto, en realidad, marca los límites del arte en relación con la ética. Si no sabemos diferenciar entre estas dos posturas, entonces es entendible que los humanos hayamos sido la principal causa para que Tay se haya convertido en un monstruo en menos de un día. Y si es así, habrá que cancelar nuestra cuenta y darnos de baja… del mundo.

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